lunes, 11 de mayo de 2015

El falso caso del móvil asesino

Hoy me han publicado en el Diari Més de Tarragona una carta en respuesta a una Tribuna, firmada por Milena Aran (se presenta como investigadora de campos electromagnéticos) publicada hace un par de semanas. La adjunto en la imagen.

Copio aquí la carta tal cual la mandé con los enlaces a los artículos referidos, que no hay nada que ocultar. Tanto la traducción al castellano como la versión original en catalán. Comentarios y opiniones son bienvenidos.

En català: El fals cas del mòbil assassí


El lunes 27 de abril se publicó en este mismo diario una Tribuna firmada por Milena Aran (que se presenta como investigadora de campos electromagnéticos) que, esgrimiendo un documento llamado Bioinitiative 2012, clama en tono alarmista contra los supuestos efectos adversos para la salud del uso del móvil, del Wi-Fi y otros dispositivos que trabajan con frecuencias por debajo del infrarrojo. Considero que se debe contrastar esta "información" ante la preocupación que puede crear y que no está justificada en evidencias.

Las frecuencias objeto del documento corresponden a menos energéticas del espectro electromagnético, en el lado opuesto de los peligrosos rayos gamma o los también ionizantes rayos X, por debajo del intervalo del espectro visible. La energía de estas ondas, utilizas para las radios o por las transmisiones de televisión, en palabras del equipo de la UCLM que las ha estudiado recientemente, "tiene la misma influencia sobre una persona que puede tener una bombilla de 100 W a 1 km de distancia".

La OMS catalogó en 2011 a los móviles entre los "posibles cancerígenos" bajo observación, el mismo grupo que el café, por ejemplo. Los autores de esta catalogación, igualmente, asumen que no hay ninguna prueba para afirmar taxativamente una relación entre el uso del móvil y el cáncer y que los trabajos utilizados para justificar este temor tienen una baja calidad científica, incluido que no existe ninguna explicación física de cómo se produciría este daño. La Asociación Española Contra el Cáncer también considera que no hay razones para relacionar el uso del móvil y el cáncer.

El documento Bioinitiative 2012 ha sido denunciado internacionalmente por ignorar de manera sistemática todos los estudios, que han sido muchos, que han sacado conclusiones diferentes a las que quieren mostrar, por no refutar nada ni mostrar argumento alguno que pueda ser contrastado o rebata los estudios que le son contrarios, introduciendo así un sesgo que no existiría en ninguna publicación científica seria y contrastada.

Entre los artículos que citan, por ejemplo, se hacen eco de una teoría sin aceptación científica sobre el ADN de en Blank (Universidad de Columbia) para llegar a conclusiones sin evidencias, con datos inconsistentes y utilizando unos criterios de evaluación que difícilmente pueden relacionarse con la salud; o un artículo sobre estudios in vitro firmado por Phillips y otros autores (Universidad de Colorado) del año 1998 que presenta unos resultados contradictorios sobre la reducción o aumento de daño en el ADN que no han vuelto a ser reproducidos en 17 años para ningún otro laboratorio. Un estudio con resultados que no se pueden generalizar o que hace predicciones que no se pueden reproducir no tiene ninguna validez y es inválido científicamente.

Se utiliza otra publicación en 2000 de David de Pomerai (Universidad de Nottingham) y otros autores que fue retirada por el propio autor en 2006 cuando descubrió que las conclusiones que presentó seis años antes eran fruto de unas condiciones inadecuadas durante los experimentos. Si ni siquiera el propio autor del artículo piensa que es fiable, ¿tiene sentido que nadie lo utilice para justificar ninguna campaña del miedo?

Un artículo que ignoraron los autores del documento Bioinitiative 2012 fue publicado unos meses antes por dos miembros del departamento de radiología del centro de ciencias de la salud de Texas, Vijayalaxmi y Prihoda. Hicieron un análisis exhaustivo de todas las publicaciones realizadas durante el período de 1990 a 2011, 88 en total, que habían tratado el supuesto daño genético en células cerebrales expuestas a campos electromagnéticos de radiofrecuencia, para analizar su conexión con el cáncer cerebral estudiando diferentes variables utilizadas en estos trabajos previos. Los autores señalan que el estudios analizados con supuestos resultados que relacionaban el cáncer con los campos electromagnéticos tenían carencias repetidas en la cantidad de muestras utilizadas, que existe un sesgo en la selección de datos y también que hay variables a los experimentos, que no son los campos electromagnéticos, que han condicionado los resultados que mostraban daño genético, por ejemplo diferencias de edad entre los individuos o su condición física. También se indica que no hay un daño genético estadísticamente significativo y que las diferencias entre los grupos expuestos a ondas de radiofrecuencia y los que no lo estaban, sencillamente no existen cuando los estudios han sido exhaustivos con grupos de individuos mayores. Es decir, que en base a los datos conocidos, no se puede afirmar que haya una conexión entre ondas de radiofrecuencia y daño genético sin tergiversar la realidad.

Sin soporte basado en evidencias, sin resultados concluyentes ni relaciones firmemente fundamentadas, sólo basándose en especulaciones y suposiciones que han quedado obsoletas, sostener que hay un peligro en las ondas de radiofrecuencia es una falsedad alejada de todo rigor, opuesta al conocimiento científico acumulado durante años y con la misma credibilidad que tiene el horóscopo. Hoy en día, el mayor riesgo asociado al móvil está relacionado con su uso cuando se conduce.



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El fals cas del mòbil assassí

Avui m'han publicat al Diari Més de Tarragona una carta en resposta a una tribuna, signada per na Milena Aran (es presenta com a investigadora de camps electromagnètics) publicada fa un parell de setmanes. L'adjunto en la imatge.

La copio aquí la carta tal cual ha estat enviada, amb enllaços, que no hi ha res que amagar. Comentaris i opinions són benvinguts. 

El dilluns 27 d’abril es va publicar a aquest mateix diari una Tribuna signada per na Milena Aran (que es presenta com investigadora de camps electromagnètics) que, esgrimint un document anomenat Bioinitiative 2012, clama en to alarmista contra els suposats efectes  adversos per la salut de l’ús del mòbil, Wi-Fi i altres dispositius que treballen amb freqüències per sota  de l’infraroig. Considero que s’ha de contrastar aquesta “informació” davant la preocupació que pot crear i que no està justificada en evidències.

Les freqüències objecte del document corresponen a les menys energètiques de l’espectre electromagnètic, a la banda oposada dels perillosos raigs gamma o els també ionitzants raigs X, per sota del interval de l’espectre visible. La energia d’aquestes ones, utilitzes per les ràdios o per les transmissions de televisió, en paraules de l’equip de l’UCLM que les ha estudiat recentment, “té la mateixa influència sobre una persona que pot tenir una bombeta de 100 W a 1 km de distància”.

La OMS va catalogar al 2011 als mòbils entre els “possibles cancerígens” sota observació, el mateix grup que el cafè, per exemple. Els autors d’aquesta catalogació, igualment, assumeixen que no hi ha cap prova per afirmar taxativament una relació entre l’ús del mòbil i el càncer i que els treballs utilitzats per justificar aquest temor tenen una baixa qualitat científica, inclòs que no existeix cap explicació física de com es produiria aquest dany. L’Asociación Española Contra el Cáncer també considera que no hi ha raons per relacionar l’ús del mòbil i el càncer.

El document Bioinitiative 2012 ha estat denunciat internacionalment per ignorar de manera sistemàtica tots els estudis, que han estat molts, que han tret conclusions diferents a les que volen mostrar, per no refutar res ni mostrar cap argument que pugi ser contrastat o rebati els estudis que li són contraris, introduint així un biaix que no existiria en cap publicació científica seriosa i contrastada.

Entre els articles que citen, per exemple, es fan ressò de una teoria sense acceptació científica sobre el ADN d’en Blank (Universitat de Columbia) per arribar a conclusions sense evidències, amb dades inconsistents i utilitzant uns criteris d’avaluació que difícilment es poden relacionar amb la salut; o un article sobre estudis in vitro signat per Phillips i altres autors (Universitat de Colorado) de l’any 1998 que presenta uns resultats contradictoris sobre la reducció o augment de dany a l’ADN que no han tornat a ser reproduïts en 17 anys per cap altre laboratori. Un estudi amb resultats que no es poden generalitzar o que fa prediccions que no es poden reproduir no en té cap validesa i és invàlid científicament.

S’utilitza una altra publicació de l’any 2000 d’en David de Pomerai (Universitat de Nottingham) i altres autors que va ser retirat pel propi autor al 2006  quan va descobrir que les conclusions que va presentar sis anys abans eren fruit de unes condicions inadequades durant els experiments. Si ni tan sols el propi autor de l’article pensa que és fiable, té cap sentit que ningú ho utilitzi per justificar cap campanya de la por?

Un article que van ignorar els autors del document Bioinitiative 2012 va ser publicat uns mesos abans per dos membres del departament de radiologia del centre de ciències de la salut de Texas, Vijayalaxmi i Prihoda. Van fer un anàlisi exhaustiu de totes les publicacions fetes durant el període de 1990 a 2011, 88 en total, que havien tractat el suposat dany genètic a cèl·lules cerebrals exposades a camps electromagnètics de radiofreqüència, per analitzar la seva connexió amb el càncer cerebral estudiant diferents variables utilitzades en aquests treballs previs. Els autors senyalen que el estudis analitzats amb suposats resultats que relacionaven el càncer amb els camps electromagnètics tenien carències repetides en la quantitat de mostres utilitzades, que existeix un biaix en la selecció de dades i també que hi ha variables als experiments, que no són els camps electromagnètics, que han condicionat els resultats que mostraven dany genètic, per exemple diferències de edat entre els individus o la seva condició física. També s’indica que no hi ha un dany genètic estadísticament significatiu i que les diferències entre els grups exposats a ones de radiofreqüència i els que no ho estaven, senzillament no existeixen quan els estudis han estat exhaustius amb grups d’individus grans. És a dir, que en base als dades coneguts, no es pot afirmar que hi hagi una connexió entre ones de radiofreqüència i dany genètic sense tergiversar la realitat.

Sense cap suport basat en evidències, sense resultats concloents ni relacions fermament fonamentades, només basant-se en especulacions i suposicions que han quedat obsoletes, sostenir que hi ha un perill en les ones de radiofreqüència és una falsedat allunyada de tot rigor, oposada al coneixement científic acumulat durant anys i amb la mateixa credibilitat que té l’horòscop. Avui en dia, el major risc associat al mòbil està relacionat amb el seu ús quan es condueix.


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